Technicolor Fabrics dio un concierto en línea a través de la plataforma Sala Estelar. La banda originaria de Guadalajara interpretó de principio a fin el disco que marcó un parteaguas en su trayectoria: Bahía Santiago. Durante el show, el cuarteto invitó al escenario a otros artistas: hubo festejo, baile y remembranzas que permitieron conectar con el pasado para comprender el presente.
Arroba Nat fue la encargada de avivar las emociones a través de algunos de sus temas. El folk de Natalia Díaz se dejó entrever en los rasgueos contundentes de su reluciente guitarra. Ausente, Qué Más Da, y Extrañar envolvieron al escucha en una atmósfera melancólica: la voz sincera de la cantante abrazó al desamor y al vacío. Su presentación dio fin con La Perra Soledad, canción que ayuda a la purificación del ánimo tras una ruptura.
El evento fue totalmente en vivo, así que hubo una pequeña pausa para acomodar los instrumentos y ajustar el audio. De pronto, se escuchó el eco de las gaviotas, el vaivén de las olas del mar y los susurros de los niños que parecían guardar el secreto más profundo del universo. En la pantalla, se proyectaron figuras blancas y azules que evocaron la sensación de estar en el océano. Así —entre ese clima de misterio y tranquilidad—, dio inicio una noche íntima de indie rock.
Aviéntame emergió del retumbar estruendoso de la batería. Sin disimulos ni pretensiones, los integrantes disfrutaron la canción. Juan Pablo Corcuera —vocalista de la banda— se apropió de ella mediante brincos de derecha a izquierda que expresaron un mensaje de vigor. Lo mismo pasó con Volver a Comenzar, sólo que este tema estuvo acompañado por la voz aterciopelada de la cantante tijuanesa Vanessa Zamora.
Fer Casillas fue la invitada en Ceniza, con su talento le otorgó a ese instante un flujo dinámico, seductor y mucho más distendido. “Deja de correr, todo llega en su momento”, una frase inserta dentro del tema y acertada para estos tiempos de excesiva preocupación e incertidumbre.
Globos acaparó el recinto con guitarras distorsionadas y visuales de la playa. Durante los minutos que duró esta canción, se desarrolló un lenguaje de ternura y cariño. Las metáforas erizaron la piel, despertaron la necesidad de estar enamorado y de tener la “la Luna en los pies”.
En esa misma línea romántica y de buenas vibras, algunos círculos multicolores se reflejaron en la pantalla durante Venezuela. Le siguió Desde el Mar, con una interpretación futurista. La eternidad se alcanzó mediante las imágenes mentales que los músicos dibujaban con su agudeza musical.
En Solo resaltó la participación de “Bonnz!”, baterista de Hello Seahorse. La armonía expresada en los gestos de cada uno le confirió eficacia a la lírica; entonces —bajo esta característica—, se experimentó la añoranza de volver a vivir los momentos felices con un amor del pasado: “Me cuesta tanto aceptarlo, me duele tanto que no estés aquí”.
Hoy hizo sentir el placer de la propia existencia. Los movimientos de los integrantes estimularon el sentimiento de gratitud en los escuchas. A través de esta canción, la banda reflejó sólidamente su interés en la resiliencia que dejan los errores. “Hoy nada será como ayer, voy a darlo todo por mi ser y sobrevivir al amor, que a veces duele y otras no”.
El tema que le dio fin al viaje por Bahía Santiago fue Química. Éste fue la exteriorización de toda la energía contenida por los músicos. El entorno naranja y morado conjugó bien con la personalidad de Silver Rose (Carla Sariñana) quien es una mujer exitosa en el rock.
La banda procedió con una dinámica especial para profundizar en la temática del disco. Juan Pablo Corcuera expresó que el álbum tiene el propósito de hacer recordar el niño interior y las memorias de la infancia, pues a veces la inercia orilla a olvidar que se vivió una época previa a la actual.
Los integrantes leyeron los comentarios de su público a través de la interfaz, dieron detalles específicos de la realización de este CD y recordaron anécdotas graciosas. Asimismo, lanzaron algunas preguntas en función del disco y la etapa de la niñez. Al término, tocaron un par de canciones más: Dale Calma y Mejor que Nadie.
La oscuridad intermitente del lugar permitió la fluidez de los sentidos. Entre agradecimientos y sonrisas auténticas finalizó un concierto muy esperado por los amantes de la música melosa y los sintetizadores. Bahía Santiago es una reivindicación de la simpleza: una invitación a un sitio utópico para redefinir el ahora.
Foto destacada: Daniel Patlán
Texto: Massiel Mendoza