Redacción y Fotos: Uriel Aviña @eluriel__
Ser testigo de un show de Silverio es igual a un cúmulo de emociones descargadas a lo largo de toda su presentación. Una actitud que contagia el mismísimo músico originario de Chilpancingo Guerrero hasta al que más oponga resistencia.
El Salón Chabacano abrió sus puertas para recibir a su Majestad Imperial este sábado 23 de abril. Con un meet and greet, fue como se dio inicio a este evento. Algunos de los asistentes tuvieron unos minutos para intercambiar un estrechón de manos con Silverio y una que otra palabra, muchas de estas interacciones quedaron congelas en una fotografía.
Entre chiflidos e insultos, era como los fanáticos reclamaban la presencia de su Majestad Imperial en el escenario, una manera de manifestar ese sentimiento de afecto hacia uno de los músicos con más presencia en el escenario.
Luego de un tiempo de espera que casi pareció eterno para los asistentes, fue como Silverio abordó el escenario. Se fue desarrollando el show y desde los primeros minutos, todo el público respondió de inmediato a un acto por el que tanto habían esperado.
Un calor inmenso abrazaba a todo el Salón Chabacano. Los segundos escurrían así mismo como el sudor de tu frente que recorre tu rostro y termina en tu mentón.
Si hay algo por lo que se caracteriza Silverio es por esa manera de interactuar con su público “nauseabundo” y esos “aborígenes” responden de la misma manera a su Majestad Imperial. Ver a Silverio soltarse en el escenario es algo único, sus gesticulaciones y sus movimientos corporales es algo que difícilmente se te olvidará después de su show.
Después de casi una hora de show, el hombre de los calzoncillos rojos se retiró una de las botas que calzaba y comenzó a servir una cerveza desde la altura de sus hombros. Seguido de esto se dirigió a la valla que lo dividía del público y le entregó la bebida a uno de los asistentes que desde el principio llevaba reclamando la presencia del guerrerense en el escenario. Su discípulo bebió de la bota así mismo como si se tratara de la bebida de los dioses.
Sin duda fue un show que te deja satisfecho como espectador, un show que no queda nada a deber, un show en el que, ya sea en el EDC o en el Salón Chabacano, su Majestad Imperial se sigue entregando de la misma manera en el escenario.
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